Situado en la céntrica Calle del Prado de Madrid, el
emblemático edificio en el que nos encontramos alberga entre sus muros el
legado de 178 años de historia. Tras su fundación en 1835, por los pasillos del
Ateneo de Madrid han pasado cientos de personalidades que hoy decoran sus
paredes en forma de lienzo, desde Larra o Azorín hasta Manuel Azaña. Entre su
legado conserva una colección de más de doscientas obras artísticas y una gran
biblioteca que ha logrado sobrevivir a las bombas y al tiempo. Pedro López es
el actual Vicepresidente de esta institución cultural, una de las más antiguas
de España, que sin embargo también ha sufrido el azote de la crisis económica.
Pero a pesar de los esfuerzos, el Ateneo demuestra día a día que sigue vivo y
con la misma misión de sus inicios: la defensa de la cultura.
En el corazón de la capital, muy cerca del Museo del Prado y
a corta distancia de la Puerta del Sol, se encuentra un edificio que, callado y
discreto, observa el discurrir de la historia dentro y fuera de sus paredes. El
número 21 de la Calle del Prado alberga una de las instituciones culturales más
antiguas de España, el Ateneo de Madrid. Un ágora moderno, un icono del pensamiento
contemporáneo, sin el cual sería imposible entender la vida intelectual y
política de nuestro país.
Declarado Monumento Histórico Artístico, este peculiar
edificio invita a recorrer su historia a través de sus instalaciones: la Biblioteca,
su tesoro mejor guardado, que logró sobrevivir a la Guerra Civil; el Salón de Actos,
decorado con las primeras pinturas modernistas de Madrid; la Sala de La
Cacharrería, mítico espacio de reunión para los intelectuales, testigo mudo de
sus acaloradas tertulias y debates; o el emblemático despacho de Manuel
Azaña, uno de sus presidentes. Son numerosos los personajes ilustres que han
pasado y dejado su huella en esta institución, muchos de ellos inmortalizados en
su Galería de Retratos, un gran conjunto iconográfico de la vida cultural y
política de los siglos XIX y XX. Pero la vida del Ateneo comenzó antes de que
existiera la que es hoy su morada; concretamente en 1835, al amparo de la reina
regente María Cristina y de los vientos liberales que llegaron tras los bruscos
cambios políticos, culturales y sociales causados por la invasión napoleónica.
Desde entonces, el Ateneo Científico, literario y artístico de Madrid ha pasado
por varias sedes –el Palacio de Abrantes, la Calle Carretas, la Plaza del Ángel
y la Calle Montera– hasta llegar al edificio modernista que ahora le acoge,
inaugurado por Antonio Cánovas del Castillo en 1884.
Hoy, casi 200 años después, su actual vicepresidente nos
refresca esta historia y nos abre las puertas de su despacho, un acogedor
espacio con olor a madera y en el que se mezcla lo tradicional con lo aires más
modernos. Sin duda una metáfora de la actividad del Ateneo que Pedro López nos
transmite con su presencia y sus palabras. Nos recibe impecable con su traje de
chaqueta y una cordialidad que, a pesar de ser fruto del ejercicio diario, se
muestra sincera a través de unas gafas de corte rectangular. Entre risas
comedidas nos relata algunas de las anécdotas que ha vivido entre sus pasillos
esta “maqueta de España a escala”. Una
institución que, tanto él como el resto de sus socios, tratan de mantener a
flote en unos tiempos más que difíciles. Y es que la cultura nunca ha logrado
escapar de una crisis feroz que devora todo lo que encuentra, y el Ateneo de
Madrid no ha sido una excepción. La mala situación económica, unida a la
drástica reducción de las subvenciones, ha llevado a los miembros de esta
institución a tomar medidas como la subasta de algunas de sus obras artísticas
el pasado 21 de febrero. Una posible vía de financiación que fue en parte
truncada por las trabas impuestas por el Gobierno Regional.
Sin embargo, el mensaje de Pedro López es optimista. Y nos
hace ver que, más allá de la crisis, de los gobiernos e incluso de su legado
histórico y artístico, la importancia del Ateneo de Madrid reside en sus socios
y en su rica actividad social y cultural: una amplia agenda de actos diarios
que van desde exposiciones, conferencias y tertulias hasta ciclos de cine,
teatro y conciertos. Como explica su vicepresidente, “el Ateneo es una idea de
la alta cultura proyectada hacia la sociedad”. Con ello nos demuestra que a pesar de las dificultades, sigue vivo y
apostando por la cultura y el cultivo de las mentes.
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